Las premonitoras ideas lingüísticas del "Catálogo de las lenguas" (1794) de Hervás y Panduro, que anticipaban algunas nociones fundamentales para el futuro de la lingüística comparada, no crearon entre los sectores más conservadores de España una situación ni de crisis ni de conflicto, puesto que fueron ignoradas durante mucho tiempo. Curiosamente esta nueva tendencia de corte positivista que se estaba desarrollando en Europa, dejó oír sus primeros ecos en la Real Academia, y se mantuvo latente sin desarrollarse en el ámbito universitario, hasta transformarse luego, a principios del siglo XX, en la escuela predominante, aunque reconvertida con la potenciación del enfoque historicista de Menéndez Pidal. El hecho de que la RAE abriera sus puertas a las nuevas corrientes teóricas del siglo XIX es una prueba más de la separación en esta época entre el estudio científico del lenguaje y la determinación de su norma, visto que el comparativismo y la gramatical tradicional, aunque separadas y con una diferencia abismal en el grado de adhesión y aplicación, pudieron coexistir dentro de esta institución. El conflicto no se estableció, pues, entre teóricos y gramáticos, sino más bien, por un lado aunque muy marginalmente, entre la lingüística comparada y el naturalismo; y por otro lado y de manera preponderante, entre gramáticos academicistas con secuelas racionalistas y gramáticos innovadores, como Salvá y Bello, cuyo objetivo era el estudio del uso efectivo de la lengua.
M. J. RODRIGO MORA (2006). Lingüística comparada y gramática normativa en la España del siglo XIX. MADRID : Instituto Cervantes.
Lingüística comparada y gramática normativa en la España del siglo XIX
RODRIGO MORA, MARIA JOSE'
2006
Abstract
Las premonitoras ideas lingüísticas del "Catálogo de las lenguas" (1794) de Hervás y Panduro, que anticipaban algunas nociones fundamentales para el futuro de la lingüística comparada, no crearon entre los sectores más conservadores de España una situación ni de crisis ni de conflicto, puesto que fueron ignoradas durante mucho tiempo. Curiosamente esta nueva tendencia de corte positivista que se estaba desarrollando en Europa, dejó oír sus primeros ecos en la Real Academia, y se mantuvo latente sin desarrollarse en el ámbito universitario, hasta transformarse luego, a principios del siglo XX, en la escuela predominante, aunque reconvertida con la potenciación del enfoque historicista de Menéndez Pidal. El hecho de que la RAE abriera sus puertas a las nuevas corrientes teóricas del siglo XIX es una prueba más de la separación en esta época entre el estudio científico del lenguaje y la determinación de su norma, visto que el comparativismo y la gramatical tradicional, aunque separadas y con una diferencia abismal en el grado de adhesión y aplicación, pudieron coexistir dentro de esta institución. El conflicto no se estableció, pues, entre teóricos y gramáticos, sino más bien, por un lado aunque muy marginalmente, entre la lingüística comparada y el naturalismo; y por otro lado y de manera preponderante, entre gramáticos academicistas con secuelas racionalistas y gramáticos innovadores, como Salvá y Bello, cuyo objetivo era el estudio del uso efectivo de la lengua.I documenti in IRIS sono protetti da copyright e tutti i diritti sono riservati, salvo diversa indicazione.