En 1465 el joven Antonio de Nebrija ingresa en el Collegio di Spagna de Bolonia, lugar de estudio durante el lustro de perfeccionamiento de su formación universitaria. Inicia así una etapa decisiva para el humanista andaluz, pues, como declarará muchos años más tarde, había emprendido el viaje hacia aquellas tierras con la intención de entrar en contacto con las fuentes textuales clásicas y con sus nuevos intérpretes. Esperaba con ello poder restituir los autores latinos a España a través de la necesaria depuración de la lengua de la que él sería promotor, objetivo que en efecto cumpliría con la publicación de las afortunadas "Introductiones latinae" (1481). Cuando él llega a Italia, el Humanismo ya dejaba presentir el esplendor renacentista en todos los artes y saberes, la misma Universidad de Bolonia refulgía culturalmente, pero sin embargo las noticias que Nebrija nos ha legado de su estancia en Italia son escasas, escribe que pasó en Bolonia no cinco años sino diez, alude someramente a las materias que le interesaron, aunque sin rememorar las bibliotecas o libros a los que tuvo acceso. Esta falta de datos y abundancia de incógnitas ha ido contagiando palindrómicamente los enfoques críticos de su obra, pues no obstante se venga considerando a Nebrija el primer representante del Humanismo español de talla internacional, su silueta se recorta solitaria en las afueras del panorama de las corrientes de pensamiento que transformaron definitivamente la faz cultural de Europa. Ese silencio es la razón de la escritura de "Nebrija ante Alberti. Arquitecturas romances del arte gramatical". El propósito ha sido indagar en el aspecto más oscuro, tantear la importancia de los años boloñeses en la redacción de la "Gramática Castellana", en parte reconstruyendo el ambiente en el que se desenvolvió el padre de la filología hispana, en parte cotejando el pensamiento lingüístico nebrisense sobre el romance castellano con las ideas que encendieron en la vibrante sociedad italiana del Quattrocento un sinfín de polémicas eruditas acerca del papel que debían cumplir respectivamente el latín y el toscano, controversias que habían sido espléndidamente inauguradas en Florencia en 1435 y que se concretizaron en el enfrentamiento entre Leonardo Bruni, defensor a ultranza de la cultura en latín, frente a Biondo Flavio que equiparaba las invasiones bárbaras al estigma definitivo para corrupción de la lengua del Lacio. La principal tarea, no obstante, ha consistido colocar a Nebrija ante uno de los más agudos defensores y promotores que jamás haya tenido en la práctica un idioma, ante Leon Battista Alberti, arquitecto, escritor y autor de la "Grammatica Toscana", breve tratado de lamentable destino, ignorado por la posteridad hasta que se publicó en el siglo XIX, como anónimo y que se atribuyó difinitivamente a Alberti en 1964. Destino no muy diferente al del tratado castellano, criticado por las sucesivas generaciones de gramáticos, acusado de ser demasiado latino a pesar de haberle sustraído la exclusiva del arte gramatical, y que no se volverá a publicar hasta el periodo del Iluminismo. La fama y la consiguiente gloria, por lo tanto, para los respectivos autores de las dos primeras gramáticas humanistas romances, ha tardado siglos en llegar y no ha conseguido disipar aún el aura de misterio que envuelve la génesis, la transmisión y la influencia en el posterior desarrollo de la gramaticografía europea.
Maria, R. (2012). Nebrija ante Alberti. Arquitecturas romances del arte gramatical. BOLOGNA : Bononia University Press.
Nebrija ante Alberti. Arquitecturas romances del arte gramatical
RODRIGO MORA, MARIA JOSE'
2012
Abstract
En 1465 el joven Antonio de Nebrija ingresa en el Collegio di Spagna de Bolonia, lugar de estudio durante el lustro de perfeccionamiento de su formación universitaria. Inicia así una etapa decisiva para el humanista andaluz, pues, como declarará muchos años más tarde, había emprendido el viaje hacia aquellas tierras con la intención de entrar en contacto con las fuentes textuales clásicas y con sus nuevos intérpretes. Esperaba con ello poder restituir los autores latinos a España a través de la necesaria depuración de la lengua de la que él sería promotor, objetivo que en efecto cumpliría con la publicación de las afortunadas "Introductiones latinae" (1481). Cuando él llega a Italia, el Humanismo ya dejaba presentir el esplendor renacentista en todos los artes y saberes, la misma Universidad de Bolonia refulgía culturalmente, pero sin embargo las noticias que Nebrija nos ha legado de su estancia en Italia son escasas, escribe que pasó en Bolonia no cinco años sino diez, alude someramente a las materias que le interesaron, aunque sin rememorar las bibliotecas o libros a los que tuvo acceso. Esta falta de datos y abundancia de incógnitas ha ido contagiando palindrómicamente los enfoques críticos de su obra, pues no obstante se venga considerando a Nebrija el primer representante del Humanismo español de talla internacional, su silueta se recorta solitaria en las afueras del panorama de las corrientes de pensamiento que transformaron definitivamente la faz cultural de Europa. Ese silencio es la razón de la escritura de "Nebrija ante Alberti. Arquitecturas romances del arte gramatical". El propósito ha sido indagar en el aspecto más oscuro, tantear la importancia de los años boloñeses en la redacción de la "Gramática Castellana", en parte reconstruyendo el ambiente en el que se desenvolvió el padre de la filología hispana, en parte cotejando el pensamiento lingüístico nebrisense sobre el romance castellano con las ideas que encendieron en la vibrante sociedad italiana del Quattrocento un sinfín de polémicas eruditas acerca del papel que debían cumplir respectivamente el latín y el toscano, controversias que habían sido espléndidamente inauguradas en Florencia en 1435 y que se concretizaron en el enfrentamiento entre Leonardo Bruni, defensor a ultranza de la cultura en latín, frente a Biondo Flavio que equiparaba las invasiones bárbaras al estigma definitivo para corrupción de la lengua del Lacio. La principal tarea, no obstante, ha consistido colocar a Nebrija ante uno de los más agudos defensores y promotores que jamás haya tenido en la práctica un idioma, ante Leon Battista Alberti, arquitecto, escritor y autor de la "Grammatica Toscana", breve tratado de lamentable destino, ignorado por la posteridad hasta que se publicó en el siglo XIX, como anónimo y que se atribuyó difinitivamente a Alberti en 1964. Destino no muy diferente al del tratado castellano, criticado por las sucesivas generaciones de gramáticos, acusado de ser demasiado latino a pesar de haberle sustraído la exclusiva del arte gramatical, y que no se volverá a publicar hasta el periodo del Iluminismo. La fama y la consiguiente gloria, por lo tanto, para los respectivos autores de las dos primeras gramáticas humanistas romances, ha tardado siglos en llegar y no ha conseguido disipar aún el aura de misterio que envuelve la génesis, la transmisión y la influencia en el posterior desarrollo de la gramaticografía europea.I documenti in IRIS sono protetti da copyright e tutti i diritti sono riservati, salvo diversa indicazione.