El tema central es la educación para la participación ciudadana. Se trata, sin duda, de un aspecto de máxima actualidad en el contexto de la evolución de nuestros sistemas sociopolíticos. Como no podía ser de otro modo, este hecho tiene sus repercusiones en el plano educativo. En este sentido deben interpretarse tanto la relevancia de la competencia social y ciudadana en relación con todas las áreas del currículum (especialmente las de Ciencias Sociales), como, más concretamente, la inclusión del Área de Educación para la Ciudadanía, o las diversas iniciativas educativas de tipo no formal que han surgido en los últimos tiempos desde múltiples ámbitos de carácter tanto gubernamental como no gubernamental. Al hilo de estas iniciativas, ha surgido una nada despreciable cantidad de literatura de investigación que está conformando progresivamente un campo científico, con especialistas reconocidos a nivel tanto nacional como internacional, así como líneas de trabajo cada vez más claramente definidas, como es el caso de la “educación para la participación ciudadana”. Hoy en día se habla y se escribe mucho sobre “educación para la ciudadanía”. En Ita- lia, y también en Europa, la producción editorial sobre este tema aumenta considerable- mente, así como los cursos de formación y actualización para profesores y trabajadores de la cultura, las enseñanzas universitarias, los manuales y los materiales didácticos, que a menudo surgen de los muchos congresos convocados o de investigaciones llevadas a cabo en las escuelas. Una literatura ciertamente interesante, obras que demasiadas veces se dedican a buscar una definición de “ciudadanía” y que quizás hablan bastante poco de los muchos proyectos que se están desarrollando, o de las actividades que a través de la experiencia directa -política, podríamos decir- reformulan de forma concreta el concep- to de “educación para la convivencia civil” o de “educación cívica”, para usar expresiones que estuvieron en boga en los años sesenta.1 De hecho, no es mi intención introducirme en clasificaciones sobre el concepto de “ciudadanía” y de “educación para la ciudadanía”, sobre lo cual, como hemos dicho, ya hay publicada una producción literaria amplia, y que lo continuará siendo; preferiblemente, querría dar a conocer algunas experiencias de promoción de la ciudadanía activa que pueden incitar a un replanteamiento y a una innovación de la didáctica y de la propia disciplina de referencia. Experiencias interesantes, además de participativas, que propo- nen la superación de la usual transmisión de rígidas normas y comportamientos para ser interiorizados y aprendidos, de reglas generalmente propuestas en la enseñanza ya en desuso, denominada “educación cívica.” El punto de partida de estas iniciativas es la ciudad y su patrimonio, en la acepción más amplia del término; es el llegar a convertirse en ciudadano activo a través del reco- rrido de la educación hacia la meta de las virtudes políticas. Porque participar en la vida de la ciudad y del propio territorio, de la propia nación, significa ante todo formarse en la virtud política, es decir, en el concepto de “política”, cuyo significado, hoy más que nunca, debería ser revisado, ya que concierne a todos los sujetos que forman parte de una sociedad.
B. Borghi (2012). Yo, ciudadano en el ciento cincuenta aniversario de la unificación de Italia. La educación para la ciudadanía, una inversión para el futuro. MONTEQUINTO, SEVILLA : DIADA EDITOR A, S.L..
Yo, ciudadano en el ciento cincuenta aniversario de la unificación de Italia. La educación para la ciudadanía, una inversión para el futuro
BORGHI, BEATRICE
2012
Abstract
El tema central es la educación para la participación ciudadana. Se trata, sin duda, de un aspecto de máxima actualidad en el contexto de la evolución de nuestros sistemas sociopolíticos. Como no podía ser de otro modo, este hecho tiene sus repercusiones en el plano educativo. En este sentido deben interpretarse tanto la relevancia de la competencia social y ciudadana en relación con todas las áreas del currículum (especialmente las de Ciencias Sociales), como, más concretamente, la inclusión del Área de Educación para la Ciudadanía, o las diversas iniciativas educativas de tipo no formal que han surgido en los últimos tiempos desde múltiples ámbitos de carácter tanto gubernamental como no gubernamental. Al hilo de estas iniciativas, ha surgido una nada despreciable cantidad de literatura de investigación que está conformando progresivamente un campo científico, con especialistas reconocidos a nivel tanto nacional como internacional, así como líneas de trabajo cada vez más claramente definidas, como es el caso de la “educación para la participación ciudadana”. Hoy en día se habla y se escribe mucho sobre “educación para la ciudadanía”. En Ita- lia, y también en Europa, la producción editorial sobre este tema aumenta considerable- mente, así como los cursos de formación y actualización para profesores y trabajadores de la cultura, las enseñanzas universitarias, los manuales y los materiales didácticos, que a menudo surgen de los muchos congresos convocados o de investigaciones llevadas a cabo en las escuelas. Una literatura ciertamente interesante, obras que demasiadas veces se dedican a buscar una definición de “ciudadanía” y que quizás hablan bastante poco de los muchos proyectos que se están desarrollando, o de las actividades que a través de la experiencia directa -política, podríamos decir- reformulan de forma concreta el concep- to de “educación para la convivencia civil” o de “educación cívica”, para usar expresiones que estuvieron en boga en los años sesenta.1 De hecho, no es mi intención introducirme en clasificaciones sobre el concepto de “ciudadanía” y de “educación para la ciudadanía”, sobre lo cual, como hemos dicho, ya hay publicada una producción literaria amplia, y que lo continuará siendo; preferiblemente, querría dar a conocer algunas experiencias de promoción de la ciudadanía activa que pueden incitar a un replanteamiento y a una innovación de la didáctica y de la propia disciplina de referencia. Experiencias interesantes, además de participativas, que propo- nen la superación de la usual transmisión de rígidas normas y comportamientos para ser interiorizados y aprendidos, de reglas generalmente propuestas en la enseñanza ya en desuso, denominada “educación cívica.” El punto de partida de estas iniciativas es la ciudad y su patrimonio, en la acepción más amplia del término; es el llegar a convertirse en ciudadano activo a través del reco- rrido de la educación hacia la meta de las virtudes políticas. Porque participar en la vida de la ciudad y del propio territorio, de la propia nación, significa ante todo formarse en la virtud política, es decir, en el concepto de “política”, cuyo significado, hoy más que nunca, debería ser revisado, ya que concierne a todos los sujetos que forman parte de una sociedad.I documenti in IRIS sono protetti da copyright e tutti i diritti sono riservati, salvo diversa indicazione.